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martes, 2 de diciembre de 2014

Que ya no importas.






Podría decirte que no siento nada, que ya no me importas, que cuando llego a mi casa pienso en todo menos en ti. Podría decirte que cuando me dices esas palabras que tú ya sabes, no se me revuelve el cuerpo y siento una sensación viva. Podría no decirte todos los días que sigo aquí, y que por el momento nadie cambiará esto...Que no significa nada cuando veo que ríes a carcajadas, que odio cuando me gastas tus bromas y que debería dejar de interesarme por lo más insignificante de tu vida. Podría fingir que no quiero correr a darte un abrazo. Podría dejar de sonreír como una imbécil cuando me hablas. Podría olvidar lo que pasó, o dejar de imaginarme lo que pudo pasar, pero estaría engañándome, engañándote, engañándonos a los dos y todo esto sería una gran
 mentira.
Era más fácil cuando yo no creía en el amor, cuando el amor era tan sólo una palabra, o un cuento de hadas que la gente inventaba, era más fácil  cuando representaba nada más que una reacción química creada por el cerebro, era mejor así cuando me burlaba de las reacciones y las palabras cursis que el amor provocaba, pero me di cuenta que el amor es un juego peligroso, y que necesita toda la fuerza del mundo para entregarte a otra persona de esa manera, dando todo sin ni siquiera evitar frenarlo, que el amor es esa cosa que te debilita y te hace fuerte al mismo tiempo, algo sin lógica pero que se siente de una forma que el cerebro no puede explicar, algo como un pacto con el diablo y con  lo bueno al mismo tiempo.